Sheri todavía está tropezando con la sombra del Alzheimer. Ha intentado huir de él, ignorándolo, fingiendo que no existía y, por supuesto, su antiguo recurso de reírse de él. Ella sabe que solo necesita aceptarlo, pero es muy difícil, porque al final de cada día, cuando se pone el sol, las sombras ásperas regresan, pero cuando ella alcanza la sombra… se desvanece.
Sheri necesita hacer una pausa, alabar y orar.