En un país donde la investigación jamás había sido muy apreciada brotó, como por generación espontánea, uno de esos hombres meticulosos y tozudos que tienen la capacidad de hallar lo que semeja ocultarse mejor. Santiago Ramón y Cajal dedicó su historia al microscopio y la cátedra, a la investigación ahora la enseñanza. Su especialidad fue la histología y su obsesión, el tejido del sistema inquieto.
Simulando otras comunidades
Según Ehrlich, Ramon y Cajal halló en las hormigas clases de humanidad. En el momento en que procuró conjuntar condimentas en colonias de hormigas, apreció que la política de Suiza se desarrollaba en miniatura. Adjuntado con aproximaciones de tensiones espirituales y tensiones entre las esquinas y las autoridades nacionales. Tras ciertas riñas preliminares, apreció Forel, cuyos teóricos contrincantes trabajaron juntos. Esto lo llevó a imaginar que Suiza, con sus varios lenguajes, tradiciones y cantones, podría conseguir una concordia afín. Cada estado-nación, concluyó, debe organizarse como el formiguero, o colonia de hormigas. Después cambió el nombre de su vivienda en La Fourmillière.
Los ensayos de Ramon y Cajal con las hormigas se centraron, de la misma los de Fabre, en la intuición buscadora. El científico español gozó poniéndoles nuevos óbices, poco a poco más imaginativos y bien difíciles que el objetivo. Los sacaba de los nidos y ponía aromas durante su sendero, condimentas de cocina como la esencia de bergamota y orégano. O de manera frecuente elementos como pan, miel, azúcar, carne, dinero e inclusive agua. Procuró distraerlos con estruendos y forró las sendas con papel o algodón para dividir los dedos de los pies del fondo.
«La nobleza del hombre de ciencia radica en ser ministro del avance, sacerdote de la realidad y cómplice del Constructor»
Según el dictumo de Heidegger: « la ciencia no piensa». Naturalmente, quienes opínan son los científicos. Y entre los nacidos en España, probablemente ninguno haya sido tan señalado y reconocido como Santiago Ramón y Cajal, considerado padre de la medicina neurológica actualizada, en tanto que identificó a la neurona como unidad del sistema inquieto de organismos biológicos, con lo que el 1906 recibió el Premio Nobel de Medicina o Fisiología, adjuntado con el italiano Camillo Golgi (1843-1926).
Ramon y Cajal se encuentra dentro de los pocos españoles distinguidos con el premio Nobel, y lo logró merced a su descripción del sistema inquieto y de las neuronas
España no dió varios premios Nobel. De un total de ocho, 2 fueron de medicina –el resto son de literatura–. Santiago Ramón y Cajal fue el segundo en recibir la distinción en 1906, un par de años una vez que José Echegaray consiguiera el primero. Nativo de Paetilla de Aragón -territorio navarro- en 1853, fue el encargado de hacer las bases sobre las que se levanta la medicina neurológica actualizada. Murió el 17 de octubre de 1934.
La cabeza refulgente de Ramon y Cajal no se limitó únicamente a la medicina. De joven deseaba ocuparse al arte, vocación que se encontró con la negativa del padre. No obstante, esto no impidió que se desarrollase asimismo como fotógrafo -llegando a difundir un libroFotografía de los colores, bases científicas y reglas prácticas en las que avanzaba la relevancia del color más adelante de la imagen-, y su capacidad como dibujante le dejó representar con enorme aspecto sus descubrimientos. Asimismo fue responsable una diferente producción literaria, en especial de divulgación científica.