opcion b gregorio marañon la medicina y nuestro tiempo resuelto

Presunto embarazadoNos ponen a alumbrar. Así sea parado, tumbadas o en cuclillas; todas y cada una estas opciones contempla el Programa de Humanización de la Atención Prenatal de la Consejería de Salud, según el que la partera va a poder «elegir la posición en el momento del parto, tal como la participación de la pareja en el desarrollo». Que frente este despliegue de acrobacia no ha de ser de de el la enorme cosa. La pareja, en la mayoría de los casos un hombre, no pare, con lo que su participación va aproximadamente de palmero. “Mientras que el hombre no para, la paridad es una chupada”, afirma este célebre eslogan feminista que acabo de sacarme de la manga (pero, ¿a qué muela?..) Ni el prácticamente desahuciado “Ministerio de Igualdad” logró que el parto se comparta; lo que habría concepto alumbrar por igual; que va a ser que no, mientras que la madre naturaleza decida que la maternidad no es cosa de los hombres. De ahí que que las hormonas, ovarios, útero y otros prosiguen cayendo de la una parte de Eva. Puro sexismo, en cualquier caso, que ni la política, ni la ciencia pudieron, por ahora, solucionar. En el hospital madrileño, Gregorio Marañón, van por la construcción de corazones, hígados y riñones para el trasplante, en cambio, en el útero como órgano de préstamo se ve que todavía le quedan unos siglos de perfeccionamiento en la ingeniería genética . Lo mucho más similar que se vió un señor embarazado fue Arnold Schwarzenneger, en el momento en que se le pasó el arroz por realizar de Terminator y, ni como hipótesis visual, terminaba de cuajar. Tal es así que, en la actualidad, la promoción de la natalidad no posee otra que recaer sobre el ámbito femenino. Otra de las duras trabajos del Gobierno en esta novedosa etapa es regresar a despertar el entusiasmo por la procreación, tras haber puesto tanto énfasis en la defensa del aborto. Pura cuestión de prosaicas cuentas que no van. Ya que afirmemos que es requisito producir varias hornadas mucho más de ciudadanos para abonar las pensiones de esta población que no esté preparada para fallecer, una vez jubilado a los 67 años. Si es viable, españoles, sin que la precocidad y prolificidad natalicia de rumanos, chinos y magrebíes nos tome la frontal. No lo digo yo, que estoy por el cosmopolitismo y el mestizaje como fórmula de integración y convivencia en las sociedades futuras –ahora me estudié este tema del catecismo democrático– sino más bien estos nuevos, y sospechosos, bandos oficiales que nos ponen a alumbrar . Eso sí; parado, recostadas o cuclillas o de qué forma requiera esta situación de confort -en lo que cabe, siempre y en todo momento en estas situaciones-. Bien mirado, aniquila, valga la expresión, 2 pájaros de un tiro; la continuidad generacional y la espinosa cuestión del paro femenino, en este momento en la voz polémica de este eslogan, “Zapatero, yo no te abucheo, lo que deseo es un trabajo”. Y qué mejor trabajo para la mujer que la maternidad que, en otros tiempos no recónditos, detenía el inconveniente del paro entre la clase femenina. Anteriormente, la mujer jamás se encontraba en paro pues no paraba de alumbrar. Eso la sacaba de la calle, de caminar rivalizando con los hombres por oficios en los que se maneja como persona non agradable. La situacion del acoso laboral a tres mujeres policía en nuestra ciudad de Málaga resulta bastante elocuente. Hay cuerpos en los que no se acepta la dosis mínima de feminidad. Véase la situacion del cuerpo de bomberos de Ponferrada, que incluía entre sus fundamentos de exclusión, la existencia de cualquier amaneramiento entre solicitantes hombres -los lícitos- y, con mayor gravedad, el síntoma menor de hermafroditismo. Poco –o nada– hemos logrado, si tras tanta paridad, la aprobación del matrimonio gay y las infructíferas políticas de igualdad –alén de nuestra naturaleza– los cuerpos nos condicionan. Si paridad significa otra cosa que alumbrar, esto debe detenerse con unos cuantos.

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