Cerré los ojos por ese segundo microscópico y creciste.
Todos los días, cuando te veo flotar por estos pasillos, un susurro en mi corazón todavía te ve como esa alma frágil y diminuta que pesa solo una libra que viene a este mundo.

Tengo que pellizcarme para volver a la realidad al verte reír tan hermosamente en estos días, mientras mi cuerpo aún se tensa, recordando cada sonido de los monitores del hospital que siempre suenan.
Nunca olvidaré ese sonido de advertencia.
Está entretejido en mi ser.
Te miro, mi niño hermoso, y casi olvido que el tiempo ha volado; ocho años de eso.
Pero luego me abrazas.
Entonces aprendes una nueva tarea.
Pruebas una comida nueva.
Te ríes de una caricatura.
Nos hablas con tu corazón y tu sonrisa, todo el día todos los días, y recuerdo lo milagrosamente perfecto que eres.

Vuelvo a la realidad.
Usted está aquí. Estás seguro.
Eres absolutamente asombroso.
Me tomaría dos vidas describir lo amado que eres, mi dulce niño.
Así que por ahora solo te abrazaré, hasta que me dejes ir.
Abriré esos bocadillos de frutas, hasta que descubras el truco de magia por ti mismo.
Te paso a buscar para baile de cocina, hasta que mis brazos ya no puedan.
Y te daré besos extra cuando hayas cerrado los ojos por la noche.
Mi pequeño milagro. Eres el sol absoluto para nuestro mundo.