Leo van Bergen es un especialista en medicina militar y integrante del consejo editorial de la gaceta académica en todo el mundo Medicine, Conflict and Survival, que trata temas como las secuelas para la salud de la guerra o el papel que la medicina juega en ella. Su trabajo comprende desde el padecimiento en la Primera Guerra Mundial al humanitarismo de la Cruz Roja, y la manera en que la lepra se intentó históricamente en las colonias holandesas. Últimamente tuvimos la posibilidad de entrevistar a Leo van Bergen una vez que pronunciara su charla: «Monkeyman: Poison Gas and WWI» (“El hombre mono: Gas tóxico y la Primera Guerra Mundial”) el pasado 21 de noviembre en el Palau Cerveró, hogar del Centro Interuniversitario de Historia de la Medicina y de la Ciencia López Piñero.
Su ponencia fue la primera del seminario de 4 partes que se titula «En el centenario del Armisticio: salud, medicina y humanitarismo desde la Primera Guerra Mundial (1914-1918)», ordenado en la Facultad de Valencia por el mencionado centro y la Sociedad Catalana de Historia de la Ciencia y la Tecnología. El título de la charla menciona a la deshumanización que acompaña al empleo de gas en la guerra y la manera afín a la cara de un mono de la icónica careta viejas. El instructor Van Bergen explora los nuevos géneros de horror y padecimiento a los que los soldados han quedado expuestos a lo largo de la Primera Guerra Mundial y, en menor medida, los inconvenientes que comportaron para un comando militar no habituado a las novedosas y perversas realidades de la guerra del siglo XX. Asimismo pone en cuestión varios de los cuentos más habituales de este tema y resalta las justificaciones que se hicieron en la temporada –aun hubo quien aseveró que una guerra con caso era una “guerra humana”.
La Guerra de Crimea
La contribución mucho más conocida de Florence Nightingale se causó a lo largo de la Guerra de Crimea. Las patologías estaban dezmando el ejército británico, que no disponía ni de médicos, ni de medicinas, ni de enfermeros suficientes en las primeras semanas de enfrentamiento.
Sidney Herbert, Secretario de Guerra en Enorme Bretaña y conocedor de las ocupaciones de Florence como enfermera, solicitó su juda. Al notar las condiciones tan lamentables en las que estaban los soldados, la enfermera envió una solicitud a The Times a fin de que el gobierno solucionara el estado deplorable de las instalaciones.