Por Karyn Pfeiffer
La nanomedicina fué incrementando en la última década. Merced a las nanopartículas, la detección de distintas anomalías de la salud como los trastornos cardiovasculares, Alzhaimer, diabetes o cáncer se volvió menos complicada para un régimen temprano.
Del laboratorio al mercado
Una cosa es supervisar el nanomón en un laboratorio, en el transcurso de un desarrollo de investigación, y otra para hallar la producción en masa de materiales y gadgets. Este salto desde la nanociencia del laboratorio a la nanotecnología que vamos a encontrar en el autoservicio no es un tema trivial. No obstante, en las últimas 4 décadas varios nanomateriales y técnicas propias de la nanofabricación se fueron incorporando a distintas ámbitos de la producción. En los laboratorios de manera continua se ofrecen procesos de fabricación, unos de tipo top-down y otros bottom-up, o composiciones de las dos tácticas, pero parte importante son descartados como sistemas de producción en masa. Solo los métodos mucho más eficaces, que logren ser a nivel económico ejecutables sin olvidar puntos como la eficacia energética o el encontronazo medioambiental, son los que van a llegar a las plantas de producción.
Un aspecto esencial de la nanotecnología es su carácter transversal, lo que provoca que tenga encontronazo en casi todos los ámbitos económicos. Se acostumbra decir que la nanotecnología es invisible al unísono que omnipresente. Este colosal potencial de generación de riqueza en múltiples campos fue el enorme razonamiento utilizado por la administración estadounidense, a lo largo de la presidencia de William Bill Clinton, para arrancar la Idea Nacional en Nanotecnología (nni, National Nanotechnology Initiative). Desde su publicación en 2000, el Gobierno Federal estadounidense ha invertido del orden de 23.000 millones de dólares americanos en proyectos, equipamientos, centros de investigación, etcétera. Tras la implantación de esta idea, otros países o entidades supranacionales, como la Unión Europea, prosiguieron un sendero afín. El resultado fué una auténtica carrera donde las inversiones globales se dispararon. España no se quedó atrás, si bien la crisis de hoy ha ralentizado el avance de la nanotecnología3. Como fruto de estas ingentes inversiones se han publicado incontables productos, que reflejan el entender básico, y patentes, que indican el potencial de app. Para cuantificar el encontronazo de las indagaciones en nanociencia y nanotecnología, cabe nombrar que en 2015 se han publicado mucho más de 140.000 productos de investigación y se asentaron prácticamente 8.500 patentes relacionados con la nanotecnología. Los cinco países que lideran la producción científica son China, USA, India, Corea del Sur y Alemania. España ocupa en la actualidad la undécima situación. En lo que se refiere a las patentes, los países que lideran el registro de este género de documentos en la Oficina de Patentes estadounidense son USA, El país nipón, Corea del Sur, Taiwán y China. En esta clasificación España hace aparición en decimonovena situación. Se puede destacar que el csic es la entidad de españa que tiene mucho más productos y patentes de todo el mundo en este campo del conocimiento4.