El jefe de la Organización Mundial de Salud honró el miércoles a la fallecida Henrietta Lacks, una mujer negra estadounidense cuyas células de cáncer fueron tomadas sin su conocimiento en la década de 1950 y establecieron las bases de varios logros científicos, introduciendo estudios sobre el coronavirus.
El reconocimiento de una parte del directivo general de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus, se genera mucho más de una década tras la publicación de The Inmortal Life of Henrietta Lacks (La vida inmortal de Henrietta Lacks), el libro de Rebecca Skloot sobre la discriminación sufrida por los afro-estadounidenses en la atención médica, las creaciones que salvaron vidas merced a las células de Lacks y la guerra legal de su familia por su empleo no autorizado.
La inmortalidad de las células de Henrietta Lacks (HeLa)
El cultivo quedó nombrado con la primera sílaba del nombre y el apellido de la donante involuntaria : He(nrietta ) La(cks). Esta es simplemente la forma en que se nombraban todas y cada una de las muestras en el laboratorio de George Gey, quien no se guardó este avance para sí. Tampoco lo registró con intención de conseguir un beneficio económico, sino se dedicó a compartirlo con todo el que que se lo solicitara. A causa de esta distribución se comenzaron a producir líneas experimentales ahora difundir sus productos que corresponden. Mientras que se las cultivara, proseguían medrando. Merced a ellas, se desarrollaron técnicas de cultivo que dejaron cultivar otro género de células humanas, abriendo aún mucho más el campo de la biología celular. Pero de todo lo mencionado, la familia Lacks no tuvo ningún conocimiento hasta bastante tiempo después.
Primera línea celular humana
Desde esta observación, las células cancerosas de Henrietta se transformaron en la primera «línea celular » humana que se estableció en cultivo. Gey las nombró por ámbas primeras letras de su nombre: HeLa… Y comenzó la historia.
Desde ese momento, las células HeLa se convirtieron en la línea celular humana mucho más usada en la investigación biológica, en verdad, fueron escenciales para bastantes adelantos biomédicos del último medio siglo . Jonas Salk, por servirnos de un ejemplo, las usó en 1954 para desarrollar la vacuna para la poliomielitis y en la década de 1980 los estudiosos del vih las utilizaron para detectar y aislar el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH).