Esta tumoración nodular en el cuello aparece primero sin dolor ni calor, pero más tarde el paciente puede sufrir una inflamación aguda con fiebre y afectación de la piel. Los nódulos también pueden supurar y abrirse la piel.
La escrófula puede evolucionar favorablemente en una remisión completa, o también reaparecer, como así también producir fistulización y cicatrización deformante.
También puede afectar otros grupos ganglionares, huesos, pulmones, articulaciones y otras vísceras.
Si bien puede presentarse a cualquier edad, es más frecuente durante la infancia.
En el siglo XIX la enfermedad de la escrófula era bastante frecuente, se descubría por la percepción de nódulos o cicatrices en el cuello del enfermo. Paulatinamente se le empezó a denominar adenitis escrofulosa.
Se creía que la enfermedad desencadenaba agentes ambientales, excesos, hábitos o la diátesis.
Con el surgimiento de la microbiología se pudo determinar que la escrófula se debió a agentes infecciosos, en especial el de la tuberculosis (bacilo de Koch).

Paciente escrofuloso. Foto de 1893.