* Puedes proseguirla en su página web ‘Sácate el carnet de padre’, un emprendimiento de capacitación de educación de los pequeños pero basado en los progenitores y en las mamás. Pocos hechos tenemos la posibilidad de imaginar tan desgarradores como la desaparición de un hijo. Es algo impensable, que va en oposición a la naturaleza. Los hijos tienen que subsistir los progenitores, por ley natural. Esta iniciativa está poderosamente arraigada en nosotros. Es por tal razón, entre otros muchos, que sea especialmente difícil sobreponerse a una pérdida tan esencial en la vida desde la perspectiva de ser madre, padre, pareja… Y de ahí que no hay una palabra para designar -una madre o un padre que ha perdido a un hijo, si bien si la hubiese para charlar de personas que perdieron a sus progenitores (huérfanos) o mujeres que perdieron a sus maridos (viudas). Semeja tal y como si no hubiese forma de denominar el horror de una experiencia como esta. En el momento en que un niño muere se abre un desarrollo de luto a la familia. El desafío es una secuencia de fases que se marchan ensayando frente a la pérdida de un individuo cercano y cuyo propósito es integrar la pérdida en la vida. Vivir con esta experiencia sin que te paralice. Cada individuo puede presenciar este desarrollo de manera completamente diferente a otra. La manera de expresar el mal es algo especial y también íntimo que no ha de ser censurado ni criticado si no comprendido. El desafío puede complicarse en dependencia de las situaciones de la desaparición del niño si fue lenta o fue producto de incidente. Comunmente es mucho más simple comprender una muerte ocasionada por situaciones casuales que no comprometen que absolutamente nadie sea el culpable de que alguien deliberadamente haya hecho daño al pequeño. Las ideas de justicia y destino que tenga cada integrante de la familia tienen la posibilidad de verse con seriedad perturbadas, tal como la fe, si la familia es fiel. La primera cosa que tiende a suceder al comprender la novedad en un enorme choque psicológico. Especialmente si la desaparición es inmediata, sin poder vaticinar ni prepararse dentro de lo posible para ella. Es como recibir un enorme golpe, un horrible encontronazo. Denegar que algo de esta forma haya podido ocurrir pertenece a los mecanismos protectores del humano y aparecerá como algo natural. Los sentimientos de desesperanza, confusión o entumecimiento son completamente normales y suceden asimismo poco tras comprender la novedad. La vida se rompe, se para, no tenemos la posibilidad de proseguir con la rutina, con lo diario y debemos detenernos para sentir todo cuanto nos pasa y también ir asimilando la realidad. Que nuestro hijo por el momento no está y no volverá. A muchas mamás y progenitores les tortura la iniciativa de no haber podido resguardar a sus hijos, esto es, de no haberles podido socorrer de este final. Entre las funcionalidades de la familia es proteger a sus hijos de cualquier riesgo y de ahí que, si bien las causas de la desaparición estén completamente fuera del control de los progenitores, estos tienen la posibilidad de tender a culparse o recriminarse. De a poco y con el pasar de los años las conmuevas se marchan realizando menos profundas y se marcha admitiendo la pérdida. No hay un tiempo preciso para “cerrar” el desafío, pero se calcula que precisamente en un año debe existir asimilado la situación y haber podido seguir con la vida. Esto no significa ni muchísimo menos que no se sienta mal al rememorar al hijo que no está pero sí que el mal ha disminuido lo bastante para lograr seguir con nuestra vida. Hay mamás y progenitores que procuran una contestación para lo que les pasó, una explicación que logre satisfacerles ante tal desgracia. No obstante frecuentemente no hay más que nada en las oportunidades en las que la desaparición de un hijo ha sobrevenido por patología o incidente. No hay ninguna persona a quien culpar y hay que asumir que frecuentemente la desaparición hace aparición de repente y la persona que menos se estima. El próximo paso, en el momento en que las conmuevas son menos dolorosas, sería procurar reconstruir la vida. Un hijo es una exclusiva ilusión, un emprendimiento de vida que vive una mujer sola o con otra persona, su pareja. Ahora desde que muchas mujeres se quedan embarazadas empiezan a imaginarse de qué forma va a ser la vida en el momento en que nazca el pequeño, qué fachada física va a tener, que ratos va a pasar con él, de qué forma medrará, de qué manera va a ser su personalidad. Toda esta novedosa situación construida con el pequeño se trunca en el momento en que muere, y puede perjudicar a la pareja si la hay. De ahí que es requisito crear un futuro donde haya ilusión y proyectos nuevos. Hacer algo ilusionante con lo que merece la pena vivir tras la desaparición de hijo Muchas mamás y progenitores no semejan creerse con el derecho de poder rehacer su historia tras tal pérdida, pero se puede realizar. El recuerdo y el cariño hacia el hijo que no está siempre y en todo momento van a estar ahí pero la iniciativa es que sea desde el cariño y el cariño y no tanto desde el mal. El cariño deja crear algo nuevo, pero el mal paraliza y no deja seguir. Hay parejas que se apartan tras la desaparición de un hijo, en tanto que no tienen la capacidad de estar comunicado entre ellos y comprender de qué manera se siente el otro. En ocasiones uno culpa al otro de la desaparición del niño y esto puede romper psicológicamente a un individuo y terminar asimismo con sus proyectos como pareja. Si la pareja tiene otros hijos, estos tienen la posibilidad de ser un óptimo fundamento para regresar a la rutina, es requisito cuidarlos, resguardarlos y empujarlos a comprender la situación. De ahí que hay que estar fuerte y frecuentemente la pareja precisará asistencia externa de familiares, amigos y a veces expertos. Los hermanos precisan asimismo pasar por el luto y situar al hermano fallecido de a poco en un espacio donde no les ocasione tanto mal. Esperemos absolutamente nadie tuviese que pasar por una experiencia tan dolorosa como esta pero si bien sea entre las mucho más desgarradoras que hay, la vida puede seguir.