Apelar al “los pies en el suelo” es una consigna tan corriente que uno pensaría que hay poco que pensar sobre ello, pero el sociólogo de la Facultad de Columbia Duncan J. Watts no pensaba lo mismo y de ahí que publicó el 2011 “Everything is obvious: How common sin fails us”, un libro de sobra de 300 páginas dedicado de pies a cabeza solo a este tema. Acabé de ojearlo meses atrás, y ahí va mi reseña sobre un tema que da considerablemente más juego de lo que uno logre sospechar.
En Wikipedia mencionan al ‘los pies en el suelo’ como: “la capacitad para orientarse en la vida práctica” (Henri Bergson) que “se atiende a eso que puede marchar y no es perfeccionista, sino elige lo lógico” (Lin Yu Tang). Es conocimiento implícito colectivo o “sabiduría popular” que se ha embebido en las reglas y prácticas sociales. Frecuenta tener una connotación efectiva siendo ideas que se sugieren con claridad, facilidad y proximidad. Quizá de ahí que Jack Trout afirma que es “el pensamiento que distribuyen varios”, y aquí exactamente tenemos la posibilidad de tener el primer inconveniente, como observaremos.
CIENCIA Y PSEUDOCIENCIA A conocer si nos aclaramos
Con frecuencia se ven en los medios impresionantes sucesos que aseguran curaciones de lo insanable, inventos que cambiarán el planeta, hechos enigmáticos “que la ciencia no enseña” , gente que descubrió la esencia de la inmortalidad etcétera. Y no afirmemos lo que circula en internet: novedades inverosímiles, acontecimientos increíbles y prodigiosas curaciones, o substancias, alimentos, técnicas que te transformarán en alguien nuevo, “supersano” o poderoso o longevo o feliz. Lo increíble, lo prodigioso, lo inexplicable son puntos que atraen a la multitud pero aún mucho más las resoluciones tan fáciles que alguien (cuya identidad de manera frecuente no conocemos) nos da. Sin ingresar en aspecto entre los ejemplos paradigmáticos son los regímenes milagro: posiblemente alguien afirme la dieta del pomelo es magnífica y una cantidad enorme de personas hagan esta dieta suponiendo a pies puntillas que de esta forma adelgazará. ¿Es una superchería? Bueno, si usted es con la capacidad de comer solo pomelos a lo largo de una semana seguramente adelgaza: la aportación calórica es bajísima y por consiguiente consumirá sus reservas y perderá agua y adelgazará. La ciencia sabe que una dieta adelgaza de esta forma, pero asimismo sabe que es a costa de hacer en ocasiones inconvenientes esenciales: Si no tomamos calorías suficientes consumiremos nuestras proteínas y vamos a perder hasta 50 grs diarios; el cuerpo precisa volver a poner “todos los días” la destrucción fisiológica de las propias proteínas y si no aportamos un mínimo de proteínas y además de esto perdemos las nuestras se va a tener un inconveniente. Es así como actúa la ciencia, enseñando lo que la investigación sería concluye para ser aplicado a la práctica y progresar o hacer más simple la vida humana. La ciencia está no obstante, y esta es su enorme verdad, en la duda perpetua, siempre y en todo momento se pregunta si o sea de este modo o de otra forma, si esto puede ser mejorado, si o sea un fallo. Esta es la manera en que avanza la ciencia, cuestionándolo todo y siendo lo contrario al dogma. Jamás el científico se hallará satisfecho, siempre y en todo momento afirmará que queda por realizar, en ocasiones bastante por llevar a cabo. Y o sea lo opuesto que comunican las “pseudociencias” que lo muestran todo como el último de los enormes descubrimientos “el auténtico”, “él único”, “el más destacable” etcétera.
Los descubrimientos científicos son anticipados por otros descubrimientos de los que se toman datos y suman entendimientos; el científico tiene la obligación de comprender todos esos trabajos o cuando menos los mucho más esenciales para entablar su hipótesis y también procurar probarlo a través de métodos experimentales. La ciencia es ligado de su crónica, pongamos un caso de muestra: Fleming observó en su laboratorio que unos hongos (Penicilum Notatum) que contaminaron un cultivo de Stafilococo suprimían este germen del medio de cultivo. La observación capaz llevó a la comprobación ensayando con otros gérmenes, y se concluyó entonces que ese hongo tenía características “antibióticas”, después se procedió a la síntesis del principio activo que generaba el hongo (la penicilina) , después otros científicos intentaron la forma de conseguir este producto y preservarlo, después se experimentó su empleo y de esta forma hasta la comercialización y el régimen popularizado de ciertas anomalías de la salud infecciosas en el humano. Hay aquí una cadena de ciencia con varios eslabones unidos a un fin común. Todos y cada uno de los trabajos científicos y todavía los de divulgación seria van acompañados de una bibliografía en el final o intercalada en el artículo, que tiene como finalidad argumentar que lo que redacta ha consultado productos relacionados con su trabajo en los que se vierten los desenlaces de otros muchos expertos que asimismo han investigado sobre este tema u otros relacionados y prestar estos datos al lector por si acaso quiere consultarlos y agrandar su visión del tema. En los métodos “pseudocientíficos” este desarrollo no está presente o es raro. Los “descubrimientos” semejan aparecer de la nada. No es necesario argumentar nada, ni qué base científica tiene, cuáles son los criterios objetivos de lo visto o descrito y, naturalmente, no existe ninguna duda sobre la vericidad del descubrimiento, con lo que no es requisito probar nada . De este modo es y punto.
Formales
Las ciencias formales estudian criterios lógicos y elementos idóneas conformados en la cabeza de los humanos. El propósito de las ciencias formales es hallar pruebas y probar nociones de principio predeterminado.
- Ejemplo:
- Si sumamos 1 + 1 = 2
- El resultado no es dependiente del medio, sino más bien de nuestra actividad mental.
La evolución del procedimiento científico
Rudolph explicó que desde principios hasta mediados de 1800, la ciencia se ingresó a los alumnos como una manera de interesarles por la ciencia y por su herramienta. Los alumnos aprenderían hechos sobre el planeta para realizar cosas. Pero a fines de 1800, este enfoque cambió y se incluyeron visitas al laboratorio a fin de que los alumnos tengan la posibilidad de «llevar a cabo ciencia». De este modo comenzaron los métodos de laboratorio en las academias.
Y conforme la educación se realizó mucho más libre para todos, John Dewey, pedagogo, sicólogo y pensador estadounidense, ingresó la iniciativa de instruir ciencias como una parte de la vida diaria usando el procedimiento científico habitual. Esto es, a través del desarrollo de observación de cinco pasos: llevar a cabo una pregunta, efectuar una hipótesis, realizar una predicción al reunir prueba, evaluar la especulación y llegar a una conclusión.