Los coronavirus constituyen la subfamilia Orthocoronavirinae, en la familia Coronaviridae, orden Nidovirales, y el reino Riboviria. Son virus envueltos con un genoma de ARN de sentido positivo de una sola cadena y una nucleocápside de simetría helicoidal.
El tamaño del genoma de los coronavirus oscila entre aproximadamente 27 y 34 kilobases, el mayor entre los virus ARN conocidos. El nombre coronavirus se deriva del latín corona, que significa «corona» o «halo», que hace referencia al aspecto característico que recuerda a una corona o corona solar alrededor de los viriones (partículas de virus) cuando se observa en el microscopio electrónico de transmisión bidimensional.

Ilustración de la morfología del coronavirus; los peplómeros de púas virales en forma de bastón, de color rojo, crean el aspecto de una corona que rodea al virión, cuando se observan con el microscopio electrónico.
Los coronavirus fueron descubiertos por primera vez en los años 60. Los primeros descubiertos fueron el virus de la bronquitis infecciosa en pollos y dos virus de las cavidades nasales de pacientes humanos con resfriado común que posteriormente fueron llamados coronavirus humano 229E y coronavirus humano OC43.
Desde entonces se han identificado otros miembros de esta familia, incluyendo el SARS-CoV en 2003, el HCoV NL63 en 2004, el HKU1 en 2005, el MERS-CoV en 2012, y el SARS-CoV-2 (antes conocido como 2019- nCoV) en 2019. En la mayoría de estos casos se han producido graves infecciones de las vías respiratorias.
Se cree que la transmisión de coronavirus de humano a humano ocurre principalmente entre contactos cercanos a través de gotitas respiratorias generadas por estornudos y tos.