Alexander Fleming (1881-1955). Fotografía: Cordon Press.
Todos suponemos saber la historia. Alexander Fleming tenía un cultivo de microorganismos en el momento en que una distracción, una ventana mal clausurada, logró que entre las placas de cultivo se contaminara. El médico asombrado vio que en torno a aquellas pequeñas colonias del hongo verde del pan, el Penicillium, ¡no medraban las bacterias y de esta al azar tan simple! brotó entre los fármacos mucho más útiles del siglo XX: la penicilina. ¡Mentirá! Además de esto, Lord Randolph Churchill había comprado la educación a un chaval que después salvó la vida de su hijo Winston, el presidente británico, y ese joven médico era Fleming. Asimismo patraña! La ciencia no es de este modo, jamás es de esta forma, con lo que observaremos si contamos algo mucho más y la historia es algo mucho más real y considerablemente más atrayente.
El hallazgo del recluta 606
El médico alemán Robert Koch enuncia los principios de la teoría del origen microbiano de anomalías de la salud en 1882, estando en exactamente el mismo ajo de estudio otros científicos relevantes como el químico Louis Pasteur, y después, el asimismo médico Paul Ehrlich, compañero de Koch, describió los elementos químicos capaces de accionar contra los gérmenes de manera selectiva: “Debemos estudiar a disparar a los microbios con balas mágicas”, ha dicho, y sintetizó el salvarsano en 1901, eficiente contra la sífilis, y los conservadores de la temporada, entre otras muchas cosas, le asediaron, señalándole como “un peón del Demonio” para evitar “el justo castigo por el pecado de promiscuidad” con este compuesto, al que de entrada se le llamó numéricamente, en 606, y como el trabajo de Ehrlich influyó en Alexander Fleming, a este se llegó a caricaturizarlo como “el recluta 606”. ad para los pacientes
Este científico escocés, biólogo y farmacéutico, había emprendido la búsqueda de bactericidas y estudiaba en 1928 unos cultivos de estafilococos en el sótano de su desordenado laboratorio en el Hospital Saint Mary de Londres y, en el momento en que regresó tras unas vacaciones, se percató de forma casual de que las cepas se habían contaminado con un hongo cerca del como todos y cada uno de los estafilococos habían sido destrozados: se trataba del penicillium notatum, con en comparación con que el médico irlandés John Tyndall había verificado en 1876, sin llegar mucho más allí, que ciertas bacterias tenían inconvenientes para agudizar en el momento en que este moho de los alimentos dañados se encontraba presente.
Un servicio natural de limpieza
El papel de las moscas a nivel ecológico y para sus especies recae asimismo en nuestro avance de sus larvas. Es bien conocido que las larvas de las moscas medran en entornos poquísimo agradables para la mayor parte de otros seres vivos, en tanto que se alimentan de la materia orgánica en descomposición. En este sentido, los cadáveres de animales y las heces tienden a ser el menú preferido, pero asimismo asisten a desarticular los restos vegetales, con lo que las moscas tienen un papel primordial en el cuidado del equilibrio ecológico, prestando asistencia a proteger la limpia en la naturaleza, siendo exactamente de esta función que terminen repletas de todos y cada uno de los agentes patógenos que tienen la capacidad de transportar y trasmitir tanto a los animales como a las plantas.
Las moscas, por otro lado, tienen la posibilidad de considerarse en ciertos casos potenciales plagas de cultivos gracias a la transmisión de patógenos en las plantas, tal es así que en la agricultura tienen aristas tanto positivas como negativas, en función de las especies tanto de moscas como de plantas que estén en interacción en todos y cada cultivo particularmente, con lo que no debe recurrirse a su exterminio y menos de manera extremista, puesto que esto afectaría a todas las otras especies y la estabilidad que existe entre ellas.