El instituto de médicos de La capital de españa decidió remover la homeopatía y la acupuntura de las comisiones oficiales, asegurando que no tienen «evidencia a nivel científico». No es la primera oportunidad que la red social médica actúa contra estas disciplinas, consideradas “pseudociencias”. No obstante, la homeopatía -que se apoya en remedios caseros y donde todos y cada uno de los cuerpos no son iguales y argumentan de manera diferente-, y la acupuntura, un régimen milenario chino con agujas, se pusieron muy de tendencia y usan miles de personas en el planeta.
¿Son los tratamientos alternos una estafa o una especialidad científica? Estos son los razonamientos a favor y en oposición a las terapias naturales.
Virtudes de la medicina alternativa
¿Desea entender las virtudes de la medicina alternativa? Antes de conocerlos, es esencial resaltar que frecuentemente se usa como complemento de la medicina clásica y no como un sustituto. No obstante, en el momento en que se usa de forma correcta y con el consejos de expertos es viable hallar los próximos puntos:
Contribuye a las patologías crónicas
Bastante gente están destinadas a vivir con una cierta patología. Pensemos en aquellas que padecen asma, el síndrome del colon irritable, la sinusitis o las jaquecas. Depender todo el tiempo de un fármaco puede no ser la opción mejor en un largo plazo, ya que puede ser mentalmente cansador.
Además de esto, varios de estos medicamentos tienen la posibilidad de tener resultados consecutivos. Por servirnos de un ejemplo, un fármaco para la jaqueca puede ser efectivo pero lograr que padecemos una bajada de tensión. Esto no es nada positivo para nosotros.
Apelar a el reconocimiento
Los DMA nos aseguran que, si miles de individuos usan alguna terapia, tenemos la posibilidad de tener la seguridad de que es eficaz y que no muestra peligros – un ejemplo evidente de lo que se conoce teóricamente de la argumentación como falacia ad populum–. Esa falacia ignora visto que una creencia puede ser errónea; si bien la compartan bastante gente, una práctica, una práctica o una tradición tienen la posibilidad de estar equivocadas. Evidentemente, el reconocimiento de una terapia no es un barómetro confiable para saber si es eficiente. La narración de la medicina está llena de ejemplos que prueban lo dañina que es esta falacia. Las sangrías, purgas y cuidados con mercurio fueron, cada una en su instante, prácticas recurrentes que se pensaban eficientes (y, no obstante, no hay duda de que han matado a mucho más pacientes de los que han curado). Si prosiguiéramos la lógica de los DMA y permitiéramos que la medicina degenerara en un certamen de popularidad, pondríamos en riesgo todos y cada uno de los logros esenciales que se consiguieron en los últimos 150 años.
«El reconocimiento de una terapia no es un barómetro confiable sobre su efectividad»