Una causa frecuente de alcalosis es el aumento excesivo de cuerpos alcalinos, por lo general en forma de bicarbonato sódico, sin aumento compensador del H2CO3, que ocurre en el tratamiento de la úlcera péptica. También puede conducir a este estado la pérdida de ácido clorhídrico que produce los vómitos persistentes.
Los síntomas de la alcalosis consisten en dolor de cabeza, intranquilidad, temblor palpebral, náuseas, vómitos, sensación de gran secuela en la boca, y puede aparecer también sensación de tirantez y temblor en los músculos faciales. La orina contiene pocos cloruros y pocas bases amónicas; además cabe una complicación del cuadro por la aparición de insuficiencia renal, hecho muy grave capaz de producir la muerte del enfermo.
El tratamiento depende de la causa que haya provocado la alcalosis. Si el cuadro se debe a la administración de cantidades excesivas de alcalinos, se suspenderá su administración y se indicará la ingestión de ácido clorhídrico diluido para restaurar el equilibrio ácido-base. El mismo tratamiento, a base de ácido clorhídrico, será válido en los casos en que el síndrome se caracterice por vómitos persistentes.
La alcalosis puede aparecer también como consecuencia de un aumento de la frecuencia respiratoria, como el que se produce, por ejemplo, en las grandes alturas donde la densidad del aire es menor; a consecuencia de esta polipnea se elimina gran cantidad de anhídrido carbónico, con lo que se produce un aumento relativo de los cuerpos alcalinos contenidos en la sangre. El tratamiento se limitará en estos casos a hacer respirar al enfermo por un tubo que termina en un depósito; al volver a inspirar de nuevo el paciente, introducirá en su organismo el anhídrico carbónico que había expulsado. También se puede tratar el cuadro haciendo inspirar al paciente una mezcla adecuada de oxígeno y de anhídrico carbónico.